El año 2021 fue uno de los más difíciles en la labor de protección de los derechos humanos. Desde el CENIDH podemos asegurar que hubo más riesgos que en años anteriores, debido a la destrucción y cierre total de todos los espacios para la denuncia formal de los derechos humanos, a través de los recursos que las leyes establecen. Las y los nicaragüenses nos quedamos sin protección en nuestro propio país, como si se tratase de una gran cárcel donde únicamente impera el terror y la opresión.
Fue un año de persecución sistemática y encarcelamiento de dirigentes políticos sociales, empresariales, campesinos, universitarios, defensores de derechos humanos, periodistas, incluidos siete opositores y precandidatos presidenciales. Un año de farsa electoral. Un año en que la destrucción de la institucionalidad a través de la instrumentalización de todos los poderes del Estado fue más evidente.
Ante tanta represión, injusticia y decadencia estatal, tuvimos que resistir y hacer uso de los recursos no formales, para la defensa de los derechos humanos, como la denuncia pública, imprescindible en situaciones como las que vive Nicaragua, en la cual son un factor importante, las y los periodistas independientes y los medios de comunicación, comprometidos con la verdad, al mantener el tema de la crisis de Nicaragua en los ojos del mundo, son ellos partícipes de este esfuerzo.
Agradecemos a las organizaciones internacionales de derechos humanos y específicamente a la OACNUDH y la CIDH que a través del MESENI mantiene un monitoreo permanente, en tiempo real, a pesar de los obstáculos e impedimentos gubernamentales.
Los defensores y defensoras de derechos humanos que integramos el CENIDH de manera especial reconocemos el rol principal de las víctimas y sus familiares, en la realización de este esfuerzo, sin su confianza y perseverancia, no sería posible nuestro empeño en tratar de conseguir verdad, justicia, reparación y no repetición.
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